Alberto Cruz Montt (1879–1955) fue un arquitecto chileno formado en la École Spéciale d’Architecture de París, donde se tituló de arquitecto en 1900 con tan sólo veintiún años. De regreso en Chile, se asoció con su cuñado y compañero de estudios, el también arquitecto Ricardo Larraín Bravo, formando una exitosa firma que construyó importantes edificaciones como el Palacio Iñiguez y el pasaje Adriana Cousiño.
Sin embargo, será en su obra en solitario donde Cruz Montt expondrá sus inclinaciones estilísticas personales, ligadas a una arquitectura de raigambre clasicista, refinada y monumental, sustentada en la adaptación local de modelos europeos, especialmente franceses e ingleses, y la incorporación de nuevas técnicas constructivas y materiales, que dieron a sus edificios una fisonomía moderna y elegante; donde predominan los estucos de buena calidad, la herrería ornamental, los balconajes abalaustrados, el uso de mármoles y otras piedras para pavimentos; y la madera para parquets y boiseries.
Su producción arquitectónica se encuentra repartida entre residencias aristocráticas y edificios institucionales, varios de los cuales hoy son considerados patrimonio nacional.
Entre sus obras más reconocidas destacan el Palacio Astoreca de Santiago –actual sede del Colegio de Contadores–, el Palacio Ariztía, inspirado en la tipología francesa del hôtel particulier; el palacio Irarrázaval –actual Círculo Español–, y el Palacio Eguiguren, que incluía dentro de su programa un teatro privado; lo que revela un el grado de sofisticación que alcanzaron las residencias de ese período.
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